AUTO-CONFINAMIENTO

Pandemia, palabra que siempre he respetado y desde muy pequeño he conocido pero que nunca me imaginé llegaría a experimentar durante algún momento de mi vida. El primer trimestre del 2020 nos sorprendió a todos por igual, sin distinción de nacionalidad, clase social, raza o credo. Un enemigo global, un enemigo invisible que nos obliga a dejar a un lado las diferencias para poder hacerle frente como humanidad. 

Vivimos en un mundo dominado y manipulado por sistemas políticos tanto de izquierda como de derecha. Durante décadas las grandes potencias se han preocupado por hacerse más poderosas, por invertir grandes sumas de dinero en armamentos, con el único objetivo de enfrentarse y amenazarse unos a otros. Hoy vivimos una pandemia mundial y el enemigo en común, llamado Covid-19, es tan pequeño que no se le puede ver. Llegó para hacernos entender lo frágiles que somos por mucho poder que creamos tener. 

Como venezolano y como muchos de mis coterráneos tuve que salir hace 10 años de Venezuela para buscar un mejor futuro por la grave situación social, política y económica que atraviesa mi país. Luego de vivir en Panamá durante 8 años, ahora mi familia y yo tenemos 2 años como residentes en Montevideo, Uruguay. 

Desde hace más de 20 años me he dedicado enteramente a una producción fotográfica ininterrumpida y a dictar clases de fotografía de forma independiente pero desde mediados de Marzo todo cambió. Nuestra vida se convirtió en una mezcla de miedo y supervivencia. Como fotógrafo, el
ponerte en riesgo durante cualquier cobertura o durante cualquier crisis era cuestión de valentía y profesionalismo. Eras tú y sólo tú el que debía cuidarse y asumir con actitud diversas situaciones hasta lograr capturar las imágenes que contarán determinada historia. Hoy todo esto cambió, este enemigo silencioso e invisible puede entrar en tu organismo y llegar a tu hogar poniendo en riesgo a tus seres queridos. Tengo una hija asmática que hace años estuvo en cuidados intensivos por problemas respiratorios y mi esposa es extremadamente alérgica a múltiples medicamentos. Ponerme en riesgo yo, para buscar un par de buenas fotos en la calle, implica traer el enemigo a casa y poner en riesgo al resto de mi familia. 

Por instinto humano y como creador visual, me he dedicado a protegernos y documentar nuestro auto aislamiento o cuarentena voluntaria. Afortunadamente aquí en Montevideo la cuarentena no es obligatoria. La cantidad de infectados aún no asciende de 500 y el gobierno uruguayo alienta a la población a contribuir dentro de sus posibilidades. 

Sólo somos una familia más del globo terráqueo que intenta ponerse a salvo y extremar medidas siguiendo protocolos de higiene y seguridad para evitar el contagio.  Es importante entender que el virus necesita del ser humano para mantenerse activo por ser una proteína que se acopla a nuestras células para multiplicarse. Por lo tanto, tomamos la iniciativa de comenzar el confinamiento voluntario a mediados del mes de Marzo. Hoy, a casi un mes de haber tomado esta decisión y en donde sólo he salido de casa en cuatro oportunidades para abastecernos de provisiones y alimentos en un mercado ferial que colocan cerca de donde vivimos cada jueves, he podido notar que mientras muchas personas han tomado la misma iniciativa que nosotros, existen otras que pretenden seguir el curso de sus vidas como si nada pasara. Es una mezcla de inconsciencia e individualismo. El mismo egoísmo que nos ha llevado a cometer tantos errores como humanidad. 

Durante este mes de Auto-Confinamiento he logrado entender lo frágiles que podemos ser y cuáles son mis verdaderas prioridades: la protección de los míos y continuar realizando una fotografia más personal e introspectiva, teniendo la esperanza de que lo experimentado ahora, sea una lección para todos. Creo en la resiliencia del ser humano, pero si al terminar esta cuarentena, continuamos siendo personas inconscientes, destructivas, contaminantes y con ideologías políticas y reli